sábado, 8 de noviembre de 2008

ELOGIO DE LA AGONÍA

Elogio de la agonía
Ese mediodía ingresé al monasterio y fui recibido por una novicia que me condujo al interior mientras me decía.- Su paciente está escribiendo la Biblia.-
Desde hacía un par de años, sor Catalina se dedicaba a copiar en un cuaderno, libro tras libro, las escrituras, en un trabajo que era contemplado por la comunidad con algo de tolerante buen humor debido a los años de la anciana. En realidad cuando yo comencé a atenderla, ya estaba en los últimos años de su vida y teníamos un diálogo bastante elemental, si bien, como decimos en nuestra profesión, respondía a las órdenes simples y, a veces, sabía donde estaba y que día era.
No tardó mucho en fallecer y el episodio podría haberse diluido en mi memoria, como tantos otros. Sin embargo, y respondiendo a causas que no alcanzo a comprender, unos 20 años después comencé a recordar el episodio pero con ciertos componentes que lo fueron enriqueciendo.
Había estado en presencia de una mente debilitada por la enfermedad, que inteligentemente había encontrado un método en procura de mantener su discurso lógico. Se aferraba a la literalidad del texto sagrado, y ponía su organismo en orden al ejercicio de la vista, el cuerpo y el pensamiento, repicando sobre un ideario que consideraba insuperable. Digno de ser repetido. En resumen, una última apuesta por Dios y Su Promesa.
Repetir una y otra vez, embeberse en el texto sagrado, significaba los esfuerzos titánicos de una mente que no quería abandonar las amarras de la racionalidad, para ingresar en el mar de la demencia senil.
En respuesta a su debilidad física y su deterioro cognitivo, ella se aferraba a lo mejor que podría haber encontrado: La Palabra de Dios.
Así es que se pasaba los días escribiendo en sus cuadernos copias exactas de sagradas escrituras.
No me había dado cuenta que esa aparente mera repetición tenía un sentido más profundo: mantenerse dentro del debilitado discurso lógico que le quedaba.
Y en lo yo interpreté como una sinrazón producto de una mente marchitada por la demencia senil, llego a ver, ahora, el último esfuerzo por no abandonar la cordura.
Me acordé de un poema que dice:
Delante de la cruz los ojos míos
quedenseme, Señor así mirando,
Y estos labios que dicen mis desvíos
quedenseme Señor, así cantando
Y así con la mirada en vos prendida
y así con la palabra prisionera
como la carne a vuestra cruz asida
Quedeseme , Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida.

Quizás este ejercicio de mantener mirada, letra y cuerpo en actividad, mas allá de un intelecto a punto de extinguirse, tiene como resultado final, la garantía de ubicarse en un tiempo y espacio del pensamiento que contiene la promesa eterna.
Algo que sor Catalina, o sabía o intuía. O mejor dicho, resultado de una sabiduría: la más pura, aquella que surge de poner toda su confianza en el Creador.
Quizás al instalarse en la palabra de Dios surgen los fulgores del Espíritu Santo en un organismo que ya no tiene equipo neuronal para sostenerse en otra cosa que no sea ese mismo Espíritu.
En los días finales, sólo una mirada tierna emergía por sobre los dolores que le producían su postración y sus úlceras.
Parecía que por sobre el cuerpo en disgregación había un espíritu que no se rendía. Las capacidades del cuerpo se iban diluyendo poco poco; palabra, oído, gusto, tacto, todo arrebatado por la inexorable bancarrota de los órganos vitales.
Se establecía un diálogo entre los dos espíritus, el de la monja y el de Dios, libres ya de todo impedimento, aún de los del cuerpo, que podría haber efectuado alguna interferencia. Era Espíritu con espíritu. Sor Catalina había elegido con inteligencia el diálogo más puro.
Muchos años después debo atender los últimos días de un sacerdote amigo. En este caso el paciente tuvo una agonía de aproxima-damente un mes.
Percibía lúcidamente como sus facultades físicas lo iban abandonando carcomidas por el cáncer que le tomaba todo el cuerpo. La vida se retiraba en derrota de un cuerpo donde todos los días ocurría una batalla perdida. Los últimos fueron muy intensos en sufrimiento personal. A veces entraba en un estado precomatoso y sus amigos lo tomaban de las manos y rezaban, quedamente, con los labios casi pegados en sus oídos.
Cuando parecía que ya no quedaba más por vivir, cuando su respiración se hacía más penosa y todo su cuerpo se agitaba en una respuesta instintiva a ese abandono de la vida, comenzaba a farfullar palabras ininteligibles, sin embargo, alguien comprendió su plegaria:
-¡Está diciendo Gloria a Dios y Alabanza!
En el tramo final de su peregrinación, nuevamente veía yo en mi amigo ese encuentro del espíritu con El Espíritu. Y si el cuerpo se agitaba con las angustias de la muerte, el espíritu se encontraba jubilosamente con El Señor.
En el último momento, en la debilidad final, El Señor estaba recogiendo la última plegaria, la última alabanza.
Dice Antonio Palacios M.S.C.[1]”Sólo en el último instante de la vida, cuando haya cesado toda concupiscencia, las dos inclinaciones radicales de la libertad creada[2], intuidas entonces con conocimiento perfecto, se darán las condiciones para el acto plenamente libre,” ….. “para la elección formal por Dios o contra Dios. Por eso hasta que ese acto – que será el último de la vida – sobrevenga, todos pueden salvarse o condenarse. Los demás actos libres de la vida no hacen más que preparar para ese acto último, disponernos mejor o peor, según sean ellos, para el último combate del espíritu.”
La agonía es el último tiempo otorgado por Dios, Quizás visto de esta manera, es el tiempo de la elección.
En la vida que se agota, en un cuerpo que lucha por no ingresar en el abismo del no Ser, emerge el espíritu puro. En ese límite último, se abre un profundo y amplio espacio donde se debate la última opción.
Entonces la agonía no es lo que se ve desde afuera, ese tiempo que deseamos apurar basados en la difundida propuesta cultural del “dejar de sufrir”. La agonía es un tiempo de una riqueza inmensa, el último acto donde el hombre pone en claro su elección de libertad.
Libre de impurezas, el diálogo del ser con El Que Todo Lo Es, la agonía se convierte en un don, un tiempo de regalo donde se ordenan todas las cosas esenciales. Lo que realmente importa. Y las crueldades de la muerte parecen ofrecer otra lectura, ya que sospechamos que por debajo de sus miserias, comienza a emerger la respuesta de la Eternidad.




[1] Amor Divino y Libertad Creada.- Antonio Palacios M.S.C. Edic iones Acervo- Barcelona 1979. pág. 38
[2] Dios hizo la libertad para sí, para tener el gusto de ser elegido libremente, pues, como todo enamorado, desea la adhesión libre del amado…Así esas dos inclinaciones primarias y opuestas, antecedentes al ejercicio de la libertad y requisito necesario de él….Las puso primarias, para forzar a la voluntad a elegirle a El o a rechazarle. Las puso opuestas para que esa elección o ese rechazo sean libres. ….Sólo un amor de verdadero enamorado se abstiene de forzar el amor del amado” - Ibidem. Pág 34

sábado, 1 de noviembre de 2008

presentacion

LMSF(Luis María Sierra Frechou), escritor inédito y lo que es más penoso aún, casi ilégito (barbarismo relacionado con la palabra latina que designa el leer)
Ya que sobran los dedos de dos pares de manos para contar la cantidad de lectores que han disfrutado de sus obras, ha decidido, (ante la descorazonante información de que en la Argentina se editan alrededor de mil libros ¡por mes! ), que el oneroso costo de una edición que hubiera terminado en los húmedos sótanos de algún depósito, dada la poco probable inserción que puedan tener sus obras en el mercado, es demasiado para ese bolsillo y esa vida, mas dedicada a usar del magro salario devenido de sus actividades profesionales en subvenir a sus necesidades básicas y a alguno que otro placer.
Y lo que es de mayor peso aún, una irreprimible timidez le otorga una barrera difícil del franquear a quien está acostumbrado al silencio del anonimato, por lo que ha decidido estampar en el ciberespacio sus pensamientos, para que el infinito y probable, aunque no demasiado posible universo de lectores, pueda hallar, fortuitamente, aleatoriamente, misercordiosamente, providencialemente, de puro pedo nomás, estas palabras y al paso del aburrimiento de una tarde de lluvia o de una noche insomne sin demasiadas cosas que hacer, decida posar sus ojos sobre estas letras;( Botellas al mar, mensajes al vaçio cósmico, soledad encaminada hacia otras soledades) y encuentre en ellas algo que lo divierta, que le abra algún pequeño espacio de pensamiento, alguna reflexión que pueda ser compartida divertidamente con quien firma esto o quizás con otro/a que haya sido colocado/a en este mundo para que adelgace el puré de aislamiento que nos abruma. Ya que se resigna a implicar este gesto en la mediocridad que nos circunda, y que no se niega a agregar a este mundo “otra causa, otro efecto, otra cuita”(El Golem, J. L. Borges)
Y si ya se está quejando de tantas comas y oraciones dentro de oraciones, es que se ha olvidado de cuando leía a Faulkner o a Proust y si ellos lo hicieron, por qué no quien esto firma., que no tiene que sostener ninguna aspiración a algún premio o la eternidad de la grandeza literaria. ( que Dios nos libre)

domingo, 11 de mayo de 2008

Infortunios Ecológicos en la Baja Edad Media

"En el año de 1414 ó 18, dos caballeros portogueses, que se llamaban Juan González y Tristán Vázquez” Siguiendo el proyecto de Enrique el Navegante “de ir a descubrir y pasar adelante del cabo Bojador…” se embarcan en una exploración," Pero antes de llegar a la costa de Africa"“dioles un tan terrible temporal", que” fue tan violento que..” "se vieron totalmente sin ninguna esperanza de vida”
El viento furiosa y sorpresivamente desatado “los llevó a una isla que nunca jamás había se había descubierto, , la cual llamaron Isla de Puerto Santo.”
Volvieron a Portugal a dar las nuevas al infante y este designó a Bartolomé Perestello[1], para que junto con los dos descubridores regresaran a la isla a colonizarla..”Entre otras cosas que llevó Barolomé Perestello para comenzar su población fue una coneja hembra preñada, en una jaula, la cual parió por la mar y de cuyo parto todos los portugueses fueron muy regocijados, teniéndolo por buen pronóstico que todas las cosas que se llevaban bien de multiplicar, pues aún en el camino comenzaban a ver frutos de ellas.Ese fruto fue tanto y tan inoportuno que tornó(luego) en gran enojo …porque fueron que de la(coneja) negra una y solo una se multiplicaron, que(no crecía) ninguna cosa(que) sembraban o plantaban que todo lo comían o destruían”
F
ue tan sin medida la multiplicación de los conejos, por espacio de dos años, que los colonos consideraron que era imposible la vida en esa isla invadida por los conejos, y Bartolomé Perestrello volvió a Portugal, quedándose solos los dos descubridores,Tristán Vazquez y Juan González.
Y mientras estaban en la isla intentado la supervivencia a pesar de los conejos, observaban sobre el horizonte una nubosidad que es la que normalmente acompaña a las tierras que se ven sobre la línea del mar,…”porque así parece ser llena de niebla la tierra que se ve por la mar”, sin saber que estas especulaciones los estaban preparando para ser protagonistas de una un nueva catástrofe ecológica
Esperaron el momento oportuno, es decir un tiempo de bonanza para acometer ( casi diría perpetrar) la nueva investigación, en dos barcas que habían construido en Espíritu Santo.
Llegados a la isla, “Hallan que es una muy graciosa isla toda llena de arboledas hasta el agua, por lo cual le pudieron el nombre de Isla de la Madera”.
Volvieron a Portugal a informar al infante, quien les autoriza a poblarla y los nombra gobernadores de ella.
“Llegados a la isla en el año de 1420….comenzaron su población y para abrir la tierra que tan cerrada y espesa de las cerradas arboledas, pusieron fuego en muchas partes de la isla, y de tal manera y de tal manera se encendió que sin poderlo atajar, lo que muchos de ellos quisieran a sujetar, ardió continuo de ella siete años”.
Pese a todo la generosidad de la tierra fue tan grande que por muchos años la producción agrícola que se realizó en ella, y en las otras islas recientemente descubiertas “permitió que el Reino de Portugal (por primera vez) supiera que cosa era abundancia de pan”
Alejados los dos desastrosos conquistadores, el infante Don Juan, permitió a Bartolomé Perestrello que “ tornase a poblar sólo él la isla de Puerto Santo”.Pese a la persistencia de la plaga de los conejos, “que con ningún medio los podía vencer, porque en una peña que está junto con la isla le acaeció matar 3.000”
El texto en negrita/cursiva, pertenece al libro “Historia de las Indias”, de fray Bartolomé de las casas, escrito aproximadamente entre 1527 y 1560.

[1] Bartolomé Perestrello iba a ser el padre de la esposa de Cristóbal Colón y quizás la causa de que por algunos años, posteriormente, Colón viviera en la isla de Puerto Santo, antes del descubrimiento.

domingo, 6 de abril de 2008

La mirada en el tiempo y la mirada desde lo eterno

De una conversación con Roque:
Le refiero que muchas veces sin buscarlo, veo en los rostros de la gente que me rodea, rasgos de la infancia o de la juventud, si es el caso de que se trate de quienes conozco hace mucho tiempo.
Que esa capacidad de encontrar en los rostros de hoy, los rostros amados de otras épocas, me hace pensar en una especie de continuidad afectiva que aquilata los afectos presentes. Que en las personas que he conocido de adulto, evidentemente no se da ese fenómeno y entonces veo en ellos un rostro sin una profundidad de tiempo, no puedo hallar los rasgos del niño, y en la imposibilidad de penetrar en el pasado, tiene una especie de inmediatez que se agota en los rasgos faciales, en las expresiones y, a lo mejor, limitan la profundidad de los afectos que me unen hacia ella. Para ellos me está vedado el sabor de la infancia o de la adolescencia.
Roque se siente entusiasmado por mi comentario e inmediatamente saca una conclusión de tipo teológica:
Trato de reconstruir la idea: Dice que eso debe ser semejante a un don de Dios. Que Dios nos ve en la eternidad, como fuimos, como somos y como seremos, que esa permanencia de la imagen a través del tiempo, debe ser semejante a la mirada de Dios desde la eternidad, que nos ve siempre de la misma manera y que los cambios dados por el tiempo son nada más que circunstancias. Que la imagen que tiene El de nosotros debe ser una imagen eterna, como no puede ser de otra manera.
En ese asemejarse de nosotros con Dios, que está especificado en el “Seréis como dioses”, debe estar comprendida esa capacidad que nos da el amor hacia otras personas. Dios nos mira así eternamente.
No pasan demasiados meses para que encuentre en el “Otro poema de los dones”[1] la siguiente frase: “por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad”
Desde otro punto de vista, muy alejado de la teología, el poeta intuye la mirada de la divinidad con esa característica de ver en lo eterno.
De la misma manera que me hizo ver Roque desde lo teológico, Borges lo hace desde lo poético.
Estas coincidencias me hacen pensar que, a veces, uno piensa cosas que necesitan de pareceres más profundos para validarlos. Modos distintos de ver lo mismo, pero que le dan forma a una intuición, como la fórmula matemática que consolida una intuición científica.
Aunque la propuesta no sea absolutamente similar, aunque haya variaciones, puede resultar bueno el siguiente razonamiento: lo que se vive tiene que ver con dones profundos que nos han sido dispensados y que actúan en nosotros.
Una especie de piloto automático que nos conduce por caminos que la lógica poco ayuda a sospechar que transitamos.


[1] Jorge Luis Borges-Nueva Antología Personal-“otro poema de los dones”

miércoles, 16 de enero de 2008

Una búsqueda incesante

En el cuento El Inmortal[1], Jorge Luis Borges relata la historia de un tribuno romano que busca y finalmente encuentra, el río cuyas aguas le dan la inmortalidad. Pero en la lectura se va descubriendo un subrelato que adquiere importancia en razón de ir definiendo algo que nos pertenece a todos, ya que aparece como el sueño que ha permanecido por siglos en las más íntimas entretelas de la personalidad humana.
Hoy diríamos que hay una incrustación, un locus en nuestra conformación genética, que nos lleva a la búsqueda de la inmortalidad.
Quizás allí encuentren resonancias las proposiciones de Espinoza[2] o las angustiosas preguntas de Miguel de Unamuno[3].
Y posiblemente sea así, ya que por miles de años esa conducta va repitiéndose en la historia. Y lo que se manifiesta en la ficción es en realidad un anhelo profundo que se percibe, se intuye, en patrones de conducta de generaciones.[4]
Y de esa búsqueda se va conformando un recorrido que podría asociarse también con los millares de peregrinos que siguieron el Camino de Santiago, aún antes de que se denominara así, y hasta nuestros días.
La búsqueda de la curación, la búsqueda de la vida eterna, parecen haber sido caminos de muchos pueblos y ese occidente hacia el que se dirigían todos es un fluir que no se detiene ni aún hoy.
El Finisterre, ese lugar donde termina Europa y adonde llegan los peregrinos no parece ser el fin. Pese al mensaje aterrador del mar (“en el pensamiento antiguo el océano se veía como la amenaza continua del cosmos, de la tierra, las aguas primordiales que podían sumergir toda vida”[5]), hubo quienes cruzaron la líquida frontera y prosiguieron, porque era más fuerte el sueño que la realidades físicas.
En el cuento de Borges, el encuentro de la vida eterna termina con una desilusión. En la vida real los hombres siguen transitando denodadamente el camino y esto quizás haya sido lo que me ha llamado la atención: más que la historia, más que el hallazgo, la trama fue indicando esa pulsión interior de la sustancia humana, comprobada una y otra vez en diferentes tiempos y geografías.
Quizás hoy, los que hemos transitado por milenarios caminos sin saber muy bien por qué, estábamos repitiendo con un sentido litúrgico esa marca genética. Y en el cumplimiento de esa búsqueda hemos encontrado un partícula de una antigua identidad.
Ir hacia occidente, cruzar los límites del Finisterre, ha sido un mandato que no se agota en el descubrimiento de un misterio, sino que sigue siendo un procedimiento que abre las puertas del ser.
Borges lo supo decir mejor.

[1] Jorge Luis Borges - El inmortal -Nueva Antología Personal-
[2] Baruch de Espinosa- Ética – Demostración según el orden geométrico
[3] Miguel de Unamuno- Del sentimiento trágico de la vida -
[4] El conquistador Ponce de León buscó la fuente de la juventud en la recién descubierta América
[5] Joseph Ratzinger- Jesús de Nazaret

domingo, 30 de diciembre de 2007

LA MIRADA TRANQUILA

Quizás ha llegado esta página porque es el momento de moderar el paso, dando lugar al alma para que reestablezca una conexión entre el sujeto y lo sucedido."Avivar el recuerdo es buena cosa, porque de tal modo, a fuerza de machacar el almirez de la mollera, se llega a explicar uno fuera de tiempo, cosas que vivió al galope cuando sucedieron y que adquieren su dimensión exacta, como el mosto de calidad, cuanto más reposo hallan".[1]
Es buena cosa la capacidad de reordenar lo recuerdos, darles significado a cosas que se pasaron por alto en la necesaria rapidez de la respuesta vital, cotidiana. Es cierto, hemos vivido al galope la mayor parte de nuestro tiempo, y en ese vértigo hemos dejado pasar detalles o cosas que debieron ser gozadas con más intensidad."Siempre hay un tiempo y un lugar para ejercer la tranquila mirada del caminante. A lo mejor ese es el mayor rédito del peregrino." (jv)[2]
Porque hay dos formas de conocer las cosas: “ uno, teórico, superficial, que permanece en el entendimiento, pero no cala en la voluntad, no empapa el alma toda, lo hondo de ella, y así no influye ni regula todas sus actividades. Podrá calar mucho en el objeto conocido-y en ese sentido no es superficial- pero no cala en el sujeto que conoce, y por eso es superficial en relación al sujeto. Tal sucede con el conocimiento meramente filosófico y científico.Mas hay otro conocimiento subjetivamente profundo, entrañable, que cala lo hondo del alma, informándolo y regulando todo en ella: es un sentir vitalmente la verdad, que lo convierte en algo vitalmente operativo, práctico, regulador, determinante de toda la actividad humana.”[3]
Hacia ese conocimiento se dirige este peregrino y todo individuo que pretenda encarnar su saber convirtiéndolo en la primera respuesta operativa de su conducta.Uno se pone fuera del exigente ritmo cotidiano y al mirar el acontecimiento desdoblando las causas de las consecuencias, como pocas veces en la vida, se hace señor del tiempo y lo reordena a su gusto y necesidad.
Tiene la capacidad de hacer un vino nuevo, de mayor calidad, porque su mosto ha sido debidamente reposado, como dice Juan Van Allen.Y las cosas de la historia van pegando más profundamente que el fruto de la inmediatez, y cada acontecimiento tiene la posibilidad de ser ordenado según la voluntad y el equipo afectivo del sujeto.La cosa entró y se hizo carne. La necesaria vitalidad se enriquece en la relación sujeto-objeto. Y esto requiere tiempo y tranquilidad.A eso apuntan estos textos, profundizar esa relación que existe entre lo vivido y lo pensado.
He recurrido a algunos textos muy antiguos, otros casi contemporáneos, todos apuntan a recuperar cosas que en el apuro hemos dejado de lado y nos hemos impregnado de las tapas de los diarios o de las imágenes de los televisores.Considero que ha llegado el tiempo de mirar con calma las cosas, las vividas, las leídas, los viajes y las historias de la vida.Allá vamos, con caminar de peregrino
.[1] Juan Van Halen- Memoria secreta del hermano Leviatan.- cap. IV pág 51. ed- Planeta
[2] Join-Venture.- comunicaciones personales.
[3] Amor divino y Libertad Creada.-Antonio Pacios M.S.C. Ediciones Acervo-1979